En un reciente artículo publicado en la edición valenciana de EL MUNDO (lunes 4 de octubre de 2010) se acomete el tema de las revistas juveniles, las que tienen como destinatarios a los adolescentes y el impacto que tienen estas publicaciones entre nuestros jóvenes. En su título –Revistas de adolescentes, ¿entretenimiento ‘basura’?– se deja entrever que las opiniones al respecto son de lo más distantes.

El planteamiento del artículo de la periodista Noa de la Torre gira sobre dos aspectos dominantes. Por una parte está la opinión de algunos expertos en la materia que “alertan de sus contenidos mercantilistas y sexistas”. En el otro lado de la balanza estaría el argumento de que este entramado de revistas puede ser bueno puesto que en un futuro los actuales lectores de revistas juveniles “serán lectores de periódicos y personas con criterio”.

El estudio que en el pasado realizó la Asociación Valenciana de Consumidores y Usuarios (Avacu) entre escolares valencianos y las opiniones y las opiniones de especialistas como la psicopedagoga Susana Mateos y la pedagoga del colegio Internacional Ausiàs March de Picassent, Victoria Ramírez, sirven de punto de partida para desgranar lo que acontece con este tipo de revistas.

“Los quioscos tienen en el público juvenil –se indica el artículo- uno de sus grandes targets. Pero ¿cómo captar la atención de quienes no son lectores habituales?. Tres de cada cuatro revistas para jóvenes y adolescentes ofrecen algún tipo de regalo promocional, además de que la cuarta parte de sus contenidos se destina directamente a publicidad.”

Pero también no es menos cierto –responderíamos- que las promociones de todos los productos editoriales buscan incrementar ventas y fidelizar a un potencial lector. Por otra parte la publicidad, hoy en día, no sólo está presente porcentualmente en este tipo de publicaciones, sino que abarca a la totalidad de los medios de comunicación.

En el artículo se recorre toda una serie de aspectos y reflexiones sobre los contenidos –“no son muy positivos porque ofrecen una imagen que no es la real”-, sobre el papel de los padres, -que “no deben prohibir la lectura de estas revistas a sus hijos, pero hay que fomentar en los jóvenes el espíritu crítico” afirma Susana Mateos- y sobre la opinión de la directora de Publicaciones Generales del grupo Edebé, Reina Duarte, para quien “frente al negativo mercantilismo que raya lo ético, es bueno que exista un entramado de revistas juveniles”, puesto que –afirma- en un futuro este joven lector será “un lector de periódicos con criterio”.

Mateos concluye afirmando que debe existir un trabajo conjunto entre padres y colegios para dar ejemplo y buscar valores y mediación ante lo que se expone en este tipo de revistas.

Entre otros aspectos, el artículo refleja que “la inmensa mayoría de los jóvenes compra las revistas porque le gusta leerlas y pasar simplemente el rato. Los artículos de moda y belleza, las noticias de famosos, el horóscopo y los tests son las secciones que más triunfan entre los lectores.”

Para nosotros, los vendedores de prensa, y desde la perspectiva de profesionales del sector, este tipo de publicaciones son -como las demás- productos editoriales que de una u otra forma sirven para potenciar la lectura de nuestros ciudadanos. Un lector niño, adolescente o joven habitual será, con toda seguridad, un lector habitual en su madurez. Cuando uno es pequeño se leen tebeos, comics y libros infantiles y todo medio de lectura tiene su función progresiva y de interés por la lectura. Otra cosa distinta es la imagen que queramos transmitir a nuestros hijos de lo que constituye nuestra sociedad. En este caso deberíamos mirar a todo nuestro alrededor y a todos los medios de comunicación, no sólo a las divertidas revistas juveniles.