Como todos los años y especialmente al comienzo de cada curso, los libreros y profesionales de papelería manifiestan su descontento, bien mediante escritos e incluso denuncias a la Administración sobre la distribución de libros de texto por parte de las Asociaciones de Padres y Madres de alumnos (APAs).
Pensamos que esta actividad “es una competencia desleal y causa serios problemas en las librerías y papelerías que sí atienden debidamente sus obligaciones tributarias y pago de impuestos”. Nosotros tenemos que contar con licencia municipal de actividad, tener a los empleados dados de alta en la Seguridad Social, pagar el IVA y otros impuestos para poder vender al público. No puede ser que alguien nos haga la competencia solamente con la licencia del IAE, sin declarar nada más.

Por ejemplo, imaginemos que por la misma regla de tres, un colegio se pusiera a vender uniformes o zapatos para sus alumnos. Caería en una ilegalidad permanentemente y haría una competencia desleal ¿no?
Además pensamos que los perjudicados pueden ser también los propios consumidores, ya que “la irregularidad en esta actividad genera su desprotección al no facilitárseles el correspondiente ticket o justificante de compra, o no disponer de hojas de reclamaciones y cartel que lo anuncie, entre otros requisitos a los que la legislación obliga, lo que dificultaría a los padres de alumnos posibles devoluciones o reclamaciones”.
Tampoco nos parece correcta la colaboración por parte de las editoriales que incumplen el canal lógico de venta saltándose a las distribuidoras y a las librerías y papelerías para conseguir más beneficios, pese a que están llevando al sector hacia la desaparición, olvidando que son esos mismos profesionales los que venden sus productos a lo largo de todo el año.
Por si esto fuera poco tenemos la competencia de las grandes superficies. Ahora mismo es imposible saber dónde se ahorraría más, puesto que «cuando se hace una reserva en una gran superficie, se realiza a ciegas: no se sabe lo que cuestan hasta que no se compran» y tampoco te confirman que vas a tener todos los libros encargados, mientras que en las librerías y papelerías sí es habitual que se den los precios y que te traigan el lote completo de libros.
El interés de las grandes superficies con respecto a la venta de libros de texto no es sacar un beneficio en su venta, ni ofrecer un servicio óptimo al cliente, sino que lo que a ellos les interesa es que el consumidor acuda varias veces a buscar el pedido y que compre otros productos. «Es por eso que el pedido nunca está completo».
Quien todavía compra en librerías y papelerías «es porque quiere evitarse problemas y quiere que le atienda alguien que le conoce y de la cara», no es lo mismo vender libros que patatas, y cada año hay más clientes desencantados porque alguna gran superficie no le entregó todos los libros o se niega a cambiarlos.
Como dice el refrán “zapatero a tus zapatos”…





