Qué gran alegría me llevé el pasado 17 de diciembre cuando recibí la noticia de que el Congreso, por fin, había aprobado la enmienda proveniente del Senado y que posibilitaba la venta de tabaco para los quioscos de planta baja –en definitiva para todos los quioscos de venta de prensa– ya que tuve la sensación del reconocimiento a toda una labor que distintas asociaciones tuvimos el empeño de sacar adelante y una de las alegrías más grandes que he tenido desde que soy presidenta de la APVPVP. Ahora, desde el 27 de diciembre, tal y como publica el Boletín Oficial del Estado (nº 308 de 23–12–2009), la Ley 25/2009, de 22 de diciembre, modifica, entre otras disposiciones, la llamada ley antitabaco y permite la venta también a los quioscos de planta baja.

Recuerdo el artículo de opinión que publiqué allá por enero de 2006 en nuestra revista digital y que bajo el título “¿Porqué en los bares sí y en los quioscos no?” pretendía poner en evidencia la contradicción que suponía la marginación a la que éramos sometidos con la entrada en vigor de la ley antitabaco. Ya entonces nosotros la llamábamos la ley antiquiosco, y poco nos hemos equivocado, puesto que cuatro años después muchos han sido los puntos de venta que fundamentalmente por esta ley han tenido que cerrar.

En el citado artículo decíamos que “consumidores, hostelería, empresas públicas y privadas, sectores médico y farmacéutico… todo el mundo, en mayor o en menor medida, ha sido tenido en cuenta y han podido introducir alguna que otra variación al texto inicial de la ley. Todo el mundo tenía algo que decir y su opinión era importante. A lo que se ve, todo el mundo… menos los quioscos.”

Afortunadamente nuestra demandas hoy han sido escuchadas. Si como dice el refrán rectificar es de sabios, de justicia es reconocer que quien ha restituido esta situación –Gobierno, Congreso y Senado– pueden merecer este calificativo. Ya se que muchos dirán –yo también lo pienso– que el desgaste sufrido por nuestros puntos de venta durante estos cuatro años –los quioscos de vía pública teniendo que hacer inversiones en máquinas expendedoras y los de planta baja sin ninguna posibilidad de venta– se podría haber evitado, entre otras cosas, para que no cerraran tantos quioscos como han cerrado. También lo pienso yo, pero ahora es el momento de felicitarnos por lo ocurrido, porque también podríamos encontrarnos con un escenario en el que nuestras demandas no hubieran sido tenidas en cuenta. Y que conste que yo siempre he sido partidaria de que el tabaco debería venderse en los quioscos en mano al cliente, al igual que hacen los estancos, puestos que éstos –en justa reciprocidad, podríamos decir– también pueden vender golosinas u otros productos en mano, y no se cae el cielo.

Dicho de otra forma, después del éxito que hemos conseguido no podemos dejar de pensar en los pelos que nos hemos dejado en la gatera, pero sin olvidar que el éxito, al fin y al cabo, lo tenemos en la mano, que no es poco teniendo en cuenta la que está cayendo.

Y dicho todo lo cual, también quiero referirme a lo equivocado que muchos estaban cuando nos decían que no íbamos a conseguir nada, que el gobierno y la Administración no iban a cambiar la norma que desde el 2006 se estaba aplicando. A los defensores de ese pesimismo antropológico sólo me queda decirles que se han equivocado, y argumentarles con el refranero popular cuando dice que el que la sigue la consigue. Si todos hubiéramos pensado que el tema era difícil y que no merecía la pena esforzarse en conseguirlo, está claro que el resultado no hubiera sido el que es. Siempre pensé que volver a situaciones de venta anteriores a la entrada en vigor de la ley antitabaco era muy difícil o imposible, pero ello no fue motivo para que muchas asociaciones y muchos responsables de los quiosqueros españoles insistiéramos una y otra vez en reclamar lo que de justicia considerábamos.

Todo esto nos demuestra que si somos perseverantes, si estamos unidos, si sabemos comunicar nuestra problemática y nuestras reivindicaciones, si somos dialogantes y si mostramos fortaleza, estaremos más cerca de conseguir nuestros objetivos que si nos anclamos en el pesimismo y en la desmotivación de la deriva.

Y dicho todo lo cual, a día de hoy lo que toca es resaltar esta buena noticia, felicitarnos por ello y seguir manteniendo en alto nuestras intenciones de regenerar y potenciar al quiosco de prensa. Bien podríamos decir, para concluir, que esta Navidad los Reyes Magos también se han pasado por el quiosco.

Ana Valle Moya
Presidenta de la APVPVP