El Boletín de Empresas, Empleo y Finanzas, publicación de Editorial Prensa Ibérica, en su edición semanal del 17 al 23 de marzo ha publicado una entrevista con Ana Valle, la presidenta de la Asociación Profesional de Vendedores de Prensa de Valencia y Provincia (APVPVP).

En ella, la periodista María Costa ha reflejado el perfil humano y profesional de nuestra presidenta. A pesar de calificativos como “mujer muy informada” o “la reina de los quioscos”, la sencillez de la personalidad y el carácter de Ana se dejan traslucir cuando confiesa que le encanta el “puro moro”, regaliz rojo del que sabe distinguir su calidad (“reconozco el bueno”, dice).
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Pero todo ello no quita para que Ana manifieste el sentir de toda nuestra profesión, la preocupación por “la crisis económica, la ausencia de unanimidad entre los eslabones de la cadena y el futuro que nos espera”.

Si con una frase pudiéramos definir los eternos problemas que los quiosqueros tenemos con las distribuidoras, Ana acierta en ello cuando afirma que “no se puede entender que los editores digan que les sobran publicaciones y a nosotros nos falten”.

El resto de la entrevista deja entrever sus tres grandes pasiones: su familia, su profesión y viajar. Sorprende que se califique a sí misma como “una miedica” a la vez que confiese haber “recorrido Europa en moto, haber esquiado, hecho rafting e hidrospeed.

Reproducimos a continuación —por su interés— el contenido íntegro de la entrevista:

Personajes con imagen. Ana Valle

Empezó hace 20 años haciendo fotocopias en un quiosco que luego compraría. Hoy, Ana Valle preside la Asociación de Vendedores de Prensa de Valencia y Provincia que aglutina a más de 2.000 quiosqueros. Reclama una norma que regule a distribuidores, editores y vendedores de prensa y mientras tanto impulsa el sector con todas las posibilidades que tiene a mano. La última, modificar el aspecto de los quioscos de la vía pública. Se ha recorrido Europa en moto, le gusta el rafting, esquiar, ir de turismo rural, la familia y “la foto que le hicieron en Santo Domingo”.

¿Ver a la gente leyendo el periódico por la calle le anima el día?
—Sí, pero menos cuando les veo leer el gratuito. Eso me desanima mucho.

¿Ha leído uno alguna vez?
—De refilón, en el metro y por no sentarme encima, pero no me gustan.

¿Cómo empezó a trabajaren en este sector?
—Por ganar un dinero mientras estudiaba laboratorio de farmacia. Empecé haciendo fotocopias en un kiosco que más tarde acabaría comprando.

¿Se imaginaba dedicarse a este negocio?
—¡Qué va! Me gusta tratar con la gente y sin darme cuenta ya llevo veinte años vendiendo prensa.

¿Hoy se lee más, igual o menos que ayer?
—Se lee menos. Hoy predomina la televisión e Internet.

¿Cuándo ha vendido todo?
—Auque en mi casa me decían “¡qué cruel eres!”, lo vendí todo durante la Guerra del Golfo. Eso y el Interviú de Marta Chavarri. Ahora la gente se ha acostumbrado a las catástrofes y a los desnudos.

¿Qué noticia le amarga el día?
—Me preocupa mucho lo que ocurre en mi sector.

Utilíceme de altavoz.
—La ausencia de una norma que regule a editores, distribuidores y vendedores va en nuestra contra porque no queremos estar siempre pidiendo o recibiendo favores. Por ejemplo, no se puede entender que los editores digan que les sobran publicaciones y a nosotros nos falten. También queremos diversificar los servicios.

¿Por dónde empezamos?
—Por regular el sector. Para ello necesitamos un intermediario, como el Gobierno, pero que se moje. Hasta la fecha ni editores ni vendedores ni distribuidores nos hemos puesto de acuerdo. Hay diálogo, pero no entendimiento. Mucho ruido y pocas nueces.

¿El sector ha renovado sus ofertas?
—Sin duda, nunca pensé cuando empecé que acabaría vendiendo DVD o recargas de móvil, pero apenas nos deja ganancia.

¿Colecciona coleccionables?
—No, sólo tomos completos. También me gusta mucho el “puro moro [regaliz] rojo” y en mi quiosco ni lo pruebo, pero cuando voy por ahí y reconozco el bueno me compro montones.

¿Los quioscos valencianos son como los europeos?
—He visto muchos voceros por las calles y de broma les digo a mis compañeros: “¡Mirad que futuro nos espera!”

¿Si pudiera cambiaría de profesión?
—No, haría lo mismo. Me gusta lo que hago y por eso estoy donde estoy. Me preocupa la crisis económica, la ausencia de unanimidad entre los eslabones de la cadena y el futuro que nos espera.

¿Le echa muchas horas?
—Ahora menos, prefiero pagar a una persona que trabaje en el quiosco y disfrutar de mi hijo, que pagar a una asistenta y perderme su educación.

¿Hay quiosqueros millonarios?
—No los conozco. Serían un poco pavos si se quedaran en el sector con millones en el banco. Por si acaso sigo haciendo primitivas.

¿Está al día de las noticias?
—La verdad es que a veces te enteras de lo que ocurre por la gente que viene a comprar.

¿Ser la presidenta de todos es fácil?
—No, siempre hay quien se queja y critica. Nosotros hacemos las cosas como mejor podemos y sabemos, y las defendemos. De todos modos los que critican son pocos y los que menos colaboran. Los demás saben que estamos aquí porque nos gusta y no nos importa restar tiempo a nuestra vida privada. No hay colas para entrar en la dirección de la asociación.

¿Qué le relaja?
—Estar en mi casa con mi familia, con mi hijo de tres años e ir en moto, aunque ahora viajamos menos.

¿Qué moto tiene?
—Una Suzuki 500. Mi marido y yo hemos recorrido Europa en moto, hemos esquiado, hecho rafting e hidrospeed, pero esto último sólo lo hice una y no más.

¿Le gusta el riesgo?
—¡Qué va! soy una miedica, pero me gustan los deportes, aunque desde que tengo a mi hijo salgo menos.