Existe un dato en la Encuesta de Prácticas y Hábitos Culturales 2006-2007, realizada por el Ministerio de Cultura —a la que, por cierto, hacíamos referencia en nuestra información del pasado 21 de enero—, que, en un primer golpe de vista, resulta bastante sorprendente.
Según datos obtenidos sobre el hábito de la lectura de prensa diaria en la Comunidad Valenciana durante los últimos cuatro años, los lectores diarios o muy habituales de prensa de información general constituirían un 34% de los encuestados, mientras que cuatro años antes, en el 2003, dicha franja era de tan sólo un 19,6 %.
Si tenemos en cuenta que la población española ha crecido durante ese período, pero no se ha disparado; si tenemos en cuenta que los españoles de 2007 no somos infinitamente más cultos que en 2003, algo no nos cuadra. O la encuesta está mal hecha —cosa que, viniendo de quien viene, no tenemos por qué poner en duda— o los criterios que se desprenden de un primer análisis no pueden ser más inquietantes para los profesionales del quiosco.
¿Cómo es posible pasar, en la Comunidad Valenciana, de un 19,6% a un 34% en sólo cuatro años mientras la venta de prensa cae en picado?
Desde nuestro punto de vista, este galimatías no es tal. Pensamos, efectivamente, en que hay un aumento de lectores diarios —o casi—, pero de lectores que no compran prensa. Pensemos en bares y restaurantes, grandes centros de trabajo, asociaciones de diversa índole y bibliotecas. Pero, ¿realmente está ahí el quid de la cuestión? Bares y restaurantes, grandes centros de trabajo, asociaciones de diversa índole y bibliotecas, estamos convencidos, no han debido ser muchos más en número en 2007 que en 2003. ¿Dónde, pues? En los “gratuitos”, obviamente. Esta —y no otra— es la causa del aumento de lectores diarios y la bajada espectacular de ventas en lo que nosotros llamamos “prensa de calidad”. El dato en nuestra Comunidad no deja lugar a dudas: los lectores valencianos de prensa diaria gratuita constituyen un 15,3% de los encuestados.
Si todo esto lo sazonamos con el progresivo aumento de la prensa digital a través de la red internet o las trabas a la venta de tabaco —que tanta clientela ha alejado de nuestros negocios— el círculo se cierra de una manera implacable.
Durante un cierto tiempo, algunas luminarias trataron de pontificarnos con la cantinela de que los “gratuitos” eran la antesala de futuros lectores de prensa de pago. En su día dijimos que afirmaciones de ese tipo no dejaban de ser burdas patrañas. El tiempo —desgraciadamente— nos ha dado la razón.