Varios artículos de opinión han aparecido en las últimas semanas haciéndose eco sobre las predicciones, a corto y medio plazo, del mundo de la venta de prensa, contrastándolo con el escenario actual, es decir, con un mercado –todavía– consolidado de la venta de prensa en papel, pero con un futuro al que ya se le ven las orejas y que apunta a la conviviencia entre una amalgama de distintos soportes técnicos de comunicación.

No referimos a todos esos artilugios transmisores de información y noticias –Ipod, Ipad,…– que por la fuerza del destino irrumpirán en la vida cotidiana de la información. Las grandes empresas de la comunicación –y lo que implica su distribución y venta– hace tiempo que están preparándose para ese futuro inmediato. Nadie quiere ser el último, pero tampoco el primero en apostar cláramente entre el papel y las nuevas tecnologías, quizás porque todos intuyen que las distintas formas de transmisión de noticias convivirán como formatos hermanos de la comunicación periodística.

De una u otra manera, está claro que estas nuevas formas implicarán reestructuraciones empresariales y sectoriales y que los grandes grupos de comunicación están hoy ya preparándose y apostando por las nuevas tecnologías como forma de mantener su estructura empresarial.

Los editores de prensa tradicional ya están atisbando los cambios que irán apareciendo en nuestra sociedad en el campo de la emisión y recepción de información. Estoy plenamente convencida de que la prensa escrita no desaparecerá a corto y medio plazo, pero es evidente que aparecerán –ya están aquí– otros medios adicionales con soportes de transmisión que diversificarán la demanda de información de los ciudadanos. El mundo de la venta de prensa –tal y como lo conocemos y como, años atrás, lo conocíamos– no será igual. Los cambios afectarán a editores, distribuidores y vendedores.

Por todo ello, creo que es conveniente hacer una reflexión exenta de prejuicios que nos lleve a concluir que también el mundo de los quioscos de prensa –en la medida de lo posible– debe ser transformado por nosotros mismos, antes que sea el ciclón del mercado, la fuerza de los acontecimientos y los otros eslabones de la cadena de ventas, los que nos obliguen a cambiar sin ser nosotros protagonistas del cambio en aquello que nos está afectando.

Somos nosotros quienes debemos apostar claramente por las nuevas tecnologías, por diversificar e incrementar nuestra oferta comercial, por la formación a través de cursos que nos mantengan más capaces y profesionales ante las demandas ciudadanas y, en definitiva, por aplicar todas aquellas herramientas que hagan de los quioscos establecimientos competitivos, ágiles, modernos y eficaces.

Pero también hay un aspecto que tiene que ser entendido por toda nuestra red de ventas y es el que hace referencia, precisamente, a esa amplitud de la propia red. Muchos puntos de venta ni han funcionado, ni funcionan –sobre todo ahora con la crisis– ni funcionarán. Me refiero a ese tipo de quiosco que desde el primer día que se montó no ha generado ni lo mínimo para ser algo rentable –debido a diversas causas– como puede ser la zona en la que se encuentra, la poca edificabilidad del barrio o la escasez de público y/o sus características, al margen de la dedicación al negocio de su propietario. Son los quioscos que siempre han estado traspasándose y no han sacado ni para un nivel retributivo equivalente al salario mínimo interprofesional. Luego lo que ha ocurrido es que el propietario se ha visto obligado a traspasarlo y a tratar de sacar, como poco, lo que le costó el traspaso a él. Estos quioscos ni comen ni dejan comer, puesto que quitan ventas a otros quioscos cercanos mejor posicionados y con más rentabilidad. Por supuesto que no me estoy refiriendo a los quioscos que han tenido que cerrar por la crisis y que históricamente han sido rentables y competitivos.

Dicho todo lo anterior hay que concluir, siendo objetivos, diciendo que estos quioscos no rentables de la red de puntos de venta es conveniente que no sigan en una permanente muerte lenta y que constituyan alternativas de actividad comercial para ingenuos interesados que crean en su viabilidad profesional, desconociendo el sector y viéndose, al final, obligados a un nuevo traspaso.

Quizás esta sea la parte de transformación que nuestra red de ventas necesita llevar a cabo. Los quioscos de siempre que han sido no rentables deben desaparecer en su totalidad para mantener una red de puntos de venta adecuada, equilibrada, rentable y moderna. Otros eslabones de la cadena ya están reestructurando su dimensión organizativa, de acuerdo con la situación actual y con las perspectivas futuras. Nuestra red de quioscos también lo debe hacer.

Ana Valle
Presidenta de la APVPVP