Durante los últimos 365 días han cerrado en Valencia y su provincia 65 quioscos. Ni que decir tiene, que el dato es una pésima noticia para nuestro sector, pero refleja a la perfección la situación actual —y real— que los puntos de venta, en su conjunto, tienen que soportar. Esos 65 quioscos cerrados, merecen una reflexión que nos sitúe frente al negro panorama que tenemos delante.
La situación del sector de venta de prensa es, efectivamente, delicada. ¿A quién afecta en mayor medida? ¿A los quioscos grandes o a los pequeños? ¿A los del centro a los de la periferia? ¿A los de la capital o a los de las poblaciones de la provincia? En realidad, afecta a todos. Imaginemos una escalera y sus escalones. La falta de rentabilidad que conlleva la bajada de venta de prensa afecta a todos los escalones, por igual, pero es a los escalones más bajos —los de menor volumen de negocio y, en consecuencia, los de una rentabilidad más incierta— a los que más perjudica. Los escalones más bajos son los que, al fin y a la postre, se ven abocados, en última instancia, al cierre. Por el contrario, son los escalones intermedios y altos los que mejor pueden capear las mermas de rentabilidad, aunque también en estos casos la crisis se deja notar.
65 quioscos cerrados en Valencia y provincia en el último año son muchos —demasiados— quioscos. En esos 65 casos habrá todo un muestrario de motivos —relevos generacionales, cambios de actividad, crisis del sector propiamente dicha, etc., etc.—, pero a buen seguro en todos estará presente la cruz de la falta de rentabilidad del proyecto, a los que no son ajenos una distribución de la prensa a todas luces insatisfactoria, horarios lacerantes y una falta de perspectiva —empresarialmente hablando— gratificante.
La situación no es nada halagüeña, pero lo que no podemos y debemos hacer los profesionales es caer en una suerte de «abatimiento estructural». Lo hemos dicho en más de una ocasión y volvemos a repetirlo una vez más: debemos buscar soluciones que, como mínimo, mitiguen las pérdidas. La dirección de la Asociación viene trabajando en los últimos meses en esta búsqueda. Junto a CONADIPE, la Confederación Nacional de Asociaciones de Vendedores de Prensa, se están llevando a cabo trabajos que en breve van a dar sus frutos. El mayor potencial de un colectivo tan numeroso y extendido geográficamente, constituye una situación de privilegio que podemos y debemos ofrecer sin complejos a aquellos empresarios que puedan ver en nosotros una más que apetecible red de distribución comercial. Insistamos en esta vía.
La captación de de nuevas ofertas que encajen y su materialización no es tarea fácil, cierto, pero, sin duda, la peor de las opciones es y será la de quedarnos de brazos cruzados. Si no somos capaces de encontrar nuevos yacimientos, los escalones irán cayendo irremediablemente. Hace tiempo que sabemos que la prensa en un quiosco se ha convertido en una fuente de ingresos más, en el conjunto de la economía del punto de venta. De seguir la crisis de la prensa de pago en la que ahora se ha estancado, la fuente acabará convirtiéndose —que nadie lo dude— en una anécdota. Es un secreto a voces que en la actualidad quiosco de prensa no se puede mantener solamente con la venta de prensa y revistas. Hubo un tiempo en que se podía, hoy es imposible.
Otras dos herramientas serán necesarias en nuestra lucha por la supervivencia. Una es el corporativismo o, por si alguien se asusta de esta palabra, el gremialismo o asociacionismo, palabras al fin y al cabo sinónimas. Sin unidad, no nos cansaremos de machacar este clavo, la fuerza es una quimera. La otra herramienta es el permanente reciclaje profesional apoyado en la informática y las nuevas tecnologías. Ambas sazonadas con una buena dosis de imaginación, obviamente.
Seguiremos hablando…