El pleno de las Corts del pasado 10 de junio rechazó la propuesta presentada por el grupo socialista de la Cámara que pretendía apoyar al sector de la prensa escrita y frenar la pérdida de empleos en el sector editorial. El Grupo Popular la rechazó por considerar que las actuaciones que la Generalitat realiza a favor de los medios de comunicación son las oportunas y necesarias.

La propuesta socialista contemplaba, entre otros aspectos, la suscripción gratuita, durante un año, a todos los jóvenes que cumplan 18 años al diario que ellos mismos elijan; una línea de apoyo a las publicaciones periódicas en valenciano y a los medios que tengan suplemento o páginas en valenciano de forma habitual o un plan de estímulo para la prensa que de una forma objetiva y transparente incluya medidas para aumentar la lectura, modernizar sus aspectos tecnológicos y se potencie el uso del valenciano. También se proponía dotar de suscripciones de periódicos a bibliotecas, centros sociales, cívicos y educativos, de acuerdo a la difusión establecida con los criterios de medición de OJD y EGM, y eliminar los anuncios de prostitución en los ejemplares que se repartan.

Los argumentos del PP contra la proposición se basó fundamentalmente en el alto coste que hubiera supuesto su aprobación, unos 27 millones de euros, y por considerar suficientes las ayudas e incentivos que actualmente se ofrecen al sector, como es el programa prensa-escuela, a la vez que se anunció un próximo plan para ayudar a las ediciones digitales de los diarios y la presencia del valenciano en los mismos.

Está claro que todos los sectores económicos de la sociedad están demandando ayudas e incentivos que palien la situación crítica de las empresas y vemos como los planes e iniciativas como, por ejemplo, la del presidente francés Nicolás Sarkozy para subvencionar a la prensa con 600 millones a razón de 200 por año durante los tres próximos, son interesantes y seguro que necesarias. Pero si estas ayudas se limitan a vigorizar a las empresas editoras y no llegan a la totalidad de los eslabones de la cadena de ventas, y muy especialmente al último eslabón –el quiosco- entonces nos encontraremos con un abandono hacia el punto más débil, el punto de venta.

Las iniciativas políticas de unos y otros se basan en las suscripciones como elemento de incentivo de la lectura entre los más jóvenes. También lo era cuando aparecieron los gratuitos y ahí está el resultado. Insisten en reducir costes de las empresas editoras en base a beneficios fiscales –fórmula francesa-, pero de los quiosqueros nadie se acuerda. Suscripciones juveniles, ejemplares gratuitos, etc. A los quiosqueros estas medidas no es que no nos benefician, sino al contrario, nos perjudican y nos quitan ventas.