Según los datos que maneja esta Asociación, en 2004, la provincia de Valencia tenía 1.573 puntos de venta. En 2010 solo quedaban 1.255 y en 2018 no somos más de 780 quioscos.

“En los años 90, con la crisis, cuando todavía el sector no estaba regulado, se abrieron muchos quioscos, viviendo aproximadamente 35.000 familias en España de sus negocios. En la actualidad no son más de 22.000 y muchas de ellas no alcanzan ni el salario mínimo”.

También en los años 90, las distribuidoras de prensa y revistas comenzaron a pedir por primera vez avales a cada punto de venta, por si dejaban de pagar alguna factura. Era una forma de regular la entrada en el sector. Con el paso del tiempo estos avales han ido subiendo y ahora muchos son una cantidad fija, que no tiene correlación alguna con las ventas de cada negocio, con el agravante de que ahora los bancos para avalarte te piden tener el dinero del aval retenido, es decir no te lo prestan, tú haces un depósito real de dinero y ellos te lo guardan y por supuesto te cobran los gastos”, vamos un negocio redondo.

“Cada distribuidora de prensa tiene la exclusiva de la distribución de un diario o una revista en concreto, de manera que si un quiosco quiere vender todos los periódicos o todas las revistas ha de estar suscrito a todas y cada una de las distribuidoras de turno y aportar tantos avales como distribuidoras existan.

Además, el transporte diario de los periódicos y revistas supone un gasto fijo muy elevado para el punto de venta, con la particularidad de que si encargas revistas que finalmente no se venden tienes que pagarlas por adelantado, abonándote la distribuidora de turno con posterioridad el coste de lo que no has conseguido vender”. Otro negocio redondo.

“Evidentemente, con esta dinámica de funcionamiento los quiosqueros necesitamos tener una gran liquidez para hacer una inversión mensual fuerte y proveernos de variedad de género.

Una de las situaciones con las que nos estamos encontrado habitualmente para aligerar costos es no vender prensa, pero si los vendedores de un producto ya no quieren venderlo, colocar los diarios en papel es todavía una tarea más difícil y así entramos en un bucle peligroso para todas las partes, y así nos va.

La Presidenta explica a Valencia-Plaza que actualmente, en pleno siglo XXI hay pueblos que se han quedado sin quiosco y por lo tanto sin venta de prensa, un ejemplo de ello es Alfara del Patriarca en Valencia, una población de aproximadamente 3.300 habitantes que cerró el único quiosco que tenía.

Las tendencias han cambiado y ya no se lee tanto en papel. Aunque los editores invierten dinero, algunos han hecho muy poco por conectar con el público joven. Esto junto a dar gratis los contenidos en internet ha matado al negocio

Algunos editores se están preocupando de abrir otras vías, como la de vender su producto en supermercados o gasolineras, sin darse cuenta de que al final es el profesional quien les está vendiendo el producto. Los quiosqueros somos los que recordamos a nuestros clientes cuando salen las revistas, o los que les guardamos los diarios y estamos atentos a lo que el cliente quiere para ofrecérselo y esto no entra en las funciones de un expendedor de gasolina o un vendedor de un supermercado.

Por otro lado, la estrategia que siguen algunos editores por salir al mercado antes que sus competidores, está generando el efecto contrario. El cambio de fecha de publicación de las revistas para salir a la venta una semana antes marean a los clientes que ya no saben qué revista es la de este mes o del siguiente Las prácticas de algunas revistas que obligan a los clientes a comprar “dos” en lugar de “una” también espantan a la clientela.”

Razones hay más que sobradas que justifican los cierres de los quioscos, cada cual debe asumir su parte de responsabilidad y debería obrar en consecuencia.