Este mes se presentó el informe sobre la industria de las publicaciones periódicas, su situación actual, tendencias y el imparto social y económico en España en el contexto europeo.

En la elaboración de este estudio han participado veintiocho investigadores, especialistas en el estudio del mercado periodístico, pertenecientes a varias universidades españolas y han contado con la colaboración activa y fundamental de Asociaciones Nacionales de Distribuidores de ediciones, Asociación de Medios de Información, Asociación de Revistas, etc.

La pregunta inicial del estudio es ¿hay vida para las ediciones en papel en la sociedad digital?; Quizá no quepa hablar de diarios y revistas con la visión que ahora tenemos, sería diferente a la actual con sensibles transformaciones.

El contenido es lo importante, en la manera de hacerlo para llegar a sus demandantes, tanto en lo referido al formato como al soporte, ahí está el reto.

Al preocupante problema de la desinformación ha de añadirse el del acceso a la información, consecuencia de la progresiva reducción de la red de distribución, fundamentalmente referido al cierre de puntos de venta. La desinformación debería ser tratada por las administraciones mediante políticas reales de apoyo como un derecho que se está vetando a los ciudadanos. Actualmente existe en España un número importante de espacios geográficos, urbanos y rurales, donde ya no hay un solo punto de venta, en los que el acceso a la información, en este caso, de medios impresos, se ve seriamente dificultado.

El número de puntos de venta se ha reducido de 57 a 44 por cada 100.000 habitantes entre 2010 y 2018, una caída de más del 20 por 100. Esta reducción de la red tradicional supone un serio problema. La actividad del vendedor de prensa, más allá de la función comercial, puede ser considerada de servicio público, aunque resulte paradójico que sean los propios vendedores quienes menos asumida tienen esta función.

La desinformación es un importante talón de Aquiles de la red digital, siendo este un referente negativo, mientras que las ediciones en papel gozan de la potencialidad de poder actuar como “antivirus”ante las “fake news” (noticias falsas).

Todo el estudio hace hincapié en la imperiosa necesidad de sostener e incluso fortalecer la red de distribución, ya que resulta imprescindible en su función de relación con el consumidor final y en la cual se aprecia una progresiva acentuación de su carácter de servicio público.