En el primer cuatrimestre del año, 61.501 autónomos se han dado de baja en el RETA, lo que supone una caída del 1,9%.

Esta crisis sanitaria, ahora también convertida en económica ha terminado de lapidar el precario tejido de la venta de prensa, apenas recuperado de la crisis económica anterior.

No perdamos de vista que llueve sobre mojado, entre 2010 y 2018 cerca de 6.000 puntos de venta cerraron en el país.

Aunque con horario reducido tras la consideración de “servicio esencial” durante esta crisis sanitaria, los puntos de venta han permanecido abiertos en un gran porcentaje, pero poco ha aliviado su ya precaria situación económica esta pandemia, las ventas han caído en picado. Han tenido que defender incluso ante las fuerzas del orden público que las personas podían salir a comprar la prensa, vamos, un cúmulo de despropósitos.

El consumo de las ediciones digitales, de las noticias rápidas, cortas y con poco fundamento, las tensas relaciones con editores y distribuidores con unas campañas muy agresivas para el punto de venta llamando a la suscripción, proporcionando regalos y precios que ni tan siquiera ofrecen al quiosco, en vez de alentar al paso por él (abiertos en pro del servicio público), con un reparto desproporcionado de ejemplares para su “no venta” en supermercados o establecimientos de alimentación, con el único fin de que sus ediciones registren una mayor difusión están consiguiendo que los quioscos reconviertan claramente su tendencia a la hora de elegir el producto de venta en su negocio.

Esta crisis ha abierto más los ojos a los vendedores de prensa y todos están a favor de la diversificación de productos más que nunca, en tener un especial cuidado en elegir el producto que verdaderamente tiene que ocupar espacio en sus puntos de venta.